Por Diana Gutiérrez, Co-Founder & CEO, EQUILIBRIUM BMS
La arquitectura de la vida es invisible a los ojos pero se encuentra en cada pieza de la creación, desde las flores, las montañas, las nubes, los animales y los seres humanos. Se dice que las personas más bellas son aquellas cuyas proporciones son más armoniosas. La proporción áurea, también llamada el número de oro, el número dorado o número Phi, es la divina proporción. La letra griega Phi que representa 1,618034 y que le hace honor al escultor griego Fidias, revela algunas de las claves para entender por qué ciertas personas u objetos captan más nuestra atención que otros.
Para poder entender el concepto tenemos que devolvernos algunos siglos atrás y recordar a la sucesión Fibonacci. Leonardo Pisano, matemático italiano, descubrió que hay una serie numérica infinita en la que la suma de dos números consecutivos siempre da como resultado el siguiente número. Así 0 + 1 es igual a 1, 1+1 es igual a 2, 1+2 es igual a 3, y 2+3 es igual a 5 y así sucesivamente. Lo interesante es que la relación que existe entre cada pareja se aproxima al número áureo (1,618034).
Usando la secuencia de Fibonacci en un rectángulo aparece indefectibelemente la espiral de oro, esa forma caracolesca que es un patrón de la arquitectura del universo, presente en la naturaleza y en cada pieza de su creación, y que al final entendemos como la proporción áurea.
El ser humano está diseñado con la proporción áurea, la espiral de oro está presente en cada centímetro de nuestro cuerpo, y una forma de sacar provecho de ella es cuidar nuestra piel y maquillarnos utilizando la energía que la misma contiene, no solo desde un punto de vista estético, sino como un contenedor infinito de energía que puede potenciar un mejor vivir.
La geometría sagrada nos ofrece claves para destapar el potencial de la energía creadora del universo, tan solo tomando conciencia de su existencia, escaneando nuestra propia energía y activándola con una serie de códigos muy sencillos pero efectivos.
Sobre cómo activar estos códigos hablaremos más adelante, pero por ahora te invito a hacer un sencillo ejercicio para que aprendas a identificar la proporción áurea en la naturaleza, la arquitectura de tu ciudad y en los objetos que usas a diario. Toma tu teléfono celular y ponlo de sobre la mesa de forma horizontal, luego pide prestado un teléfono celular de igual marca y tamaño y ponlo justo al costado derecho de forma vertical y traza una línea imaginaria diagonal desde la esquina inferior izquierda (punto 1) hasta la esquina superior derecha entre los dos objetos (punto 2). Si el tercer punto, aquel que está justo en el vértice entre los dos objetos a medio camino entre los puntos 1 y 2, se encuentra perfectamente alineado cuando trazas la línea recta imaginaria, quiere decir que ese objeto fue diseñado usando la proporción áurea.
Cuando te maquilles utiliza una cuadrícula imaginaria en tu rostro y una vez hayas hecho tu rutina de limpieza - gel y agua micelar -, de hidratación - con crema o gel dependiendo de tu tipo de piel - y de protección - con un bloqueador de al menos 50 SPF, aplica uniformemente un primer y una base líquida ligera BB o CC que empareje los tonos de tu rostro.
Ahora si imagina la cuadrícula dividiendo tu rostro en tres secciones, desde la línea del cabello hasta las cejas (área 1), luego de las cejas a la punta de base de la nariz (área 2), y desde allí hasta el mentón (área 3). La clave de un buen contouring consiste en aprender el arte de la proporción aúrea para mantener la armonía del rostro y destacar nuestros mejores rasgos.
En la segunda parte de este blog exploraremos en detalle como aplicar técnicas de contouring usando la proporción áurea.
Por ahora me despido pero quedas con tarea en casa. Solo observa con atención esta semana a tu alrededor, la naturaleza y los objetos que usas y verás como la perfección arquitectónica de la geometría sagrada está detrás de todo lo que nos rodea cotidianamente y que usualmente pasamos por alto.
Con amor,
Diana